miércoles, 30 de abril de 2008

"El amanecer"




Salgo de mi casa para ir a trabajar, me monto en el coche, lo pongo en marcha, gradúo la temperatura pero no la conecto y pongo música.

Cuando voy subiendo la cuesta, para coger la rotonda y girar, algunas mañanas de tarde en tarde, veo la luna grande…redonda… muy cerca de la tierra, junto a una estrella, que también ocasionalmente se deja ver junto a ella, los árboles plantados en la glorieta, la enmarcan dándole el aspecto de un cuadro maravilloso. Como me gustaría quedarme a contemplarlas y deleitarme con ese momento, que se convierte en mágico al repetirse en contadas ocasiones, pero giro en la rotonda, dejando atrás esa imagen que se convierte en el deseo de una estrella fugaz.

Otros días, al bajar del Aljarafe, el amanecer se dibuja con una paleta de colores esplendidos, rosas, púrpuras, anaranjados, azules…

Veo la Giralda y la Catedral a lo lejos enmarcadas en un momento único, con unos colores que no se volverán a repetir.

Otros amaneceres, tendrán la misma peculiaridad de hermosos e irrepetibles, en otro espacio de tiempo y lugar.

Que deleite contemplar la naturaleza en toda su magnificencia, detalles que nos pueden pasar inadvertidos en muchos momentos de nuestra vida, pero que cuando nos percatamos que están ahí, disfrutamos con ellos paladeando a través de la vista, el milagro de la creación, digna de un pintor sublime, llámesele el Universo o Dios.

Toda la ciudad, se baña con la luz producida en el amanecer…

La calidez del Sol naciendo y entrando por las ventanas….

Y en ocasiones, esa neblina disipándose… poniendo un tenue velo de organdí, confiriéndole al momento una magia especial.

Deje de leer por un momento, cierre los ojos e imagine un amanecer… su amanecer, su momento único con la naturaleza… y con usted mismo.

Cuando mañana amanezca, espero que vea el amanecer con otros ojos… los del alma. Paladéelo, otros seres lo estaremos haciendo en ese momento, brindando ese amanecer a la salud de todos.

miércoles, 23 de abril de 2008

"La avenida de la mujer imaginaria"


Hace tiempo iba en mi coche, eran las siete de la mañana, amanecía, pero aún era de noche y circulaba por una gran avenida por la que suelo pasar, para ir a trabajar como cada mañana, cuando me sorprendí pensando, en lo afortunada que era…

La avenida estaba toda iluminada, cada catorce metros, en sus aceras tenía una farola y entre ellas naranjos, que cuando es primavera inunda el aire con el maravilloso aroma del azahar, el firme en perfecto estado, sin baches, bien señalizado… y entonces mi mente se traslado a otros tiempos, muchos… muchos años atrás. Imaginé una mujer, a las siete de la mañana, en plena oscuridad, subida en un carro tirado por un mulo, a través de un camino maltrecho de tierra en medio del campo, sola… pasando frío, rezándole a Dios porque no le atacase nada, ni nadie y que las ruedas del carro siguiesen su camino sin ningún tropiezo, todo para ir a ganar el pan de los suyos. Da miedo ¿verdad? ¿Cuántos de nosotros se atrevería a hacerlo en tales condiciones? Y sin embargo aún existen mujeres y hombres, que lo hacen en esa y en peores circunstancias.

Cuando volví a la realidad, en mi coche, con la calefacción encendida, resguardada del frío y de los días de lluvia, me sentí como una princesa en un cuento de hadas, (que es como esa señora producto de mi imaginación, se hubiese sentido de haberse trasladado al tiempo actual, tan solo con su imaginación).Que lujo poder viajar así, como lo hacemos nosotros…

Desde entonces cuando paso por esa avenida, disfruto de ese momento... de ese camino bordeado de árboles, todo iluminado... sintiéndome como esa mujer imaginaria, que se traslada por un momento a nuestro tiempo, para disfrutar del camino que la lleva al trabajo.

miércoles, 16 de abril de 2008

"El Diamante"



Recientemente, salí con una persona y al principio de la relación que fue más que breve, fugaz, escribí lo siguiente después de nuestra primera cita:

Normalmente nos autoengañamos, al intentar agradar a la persona de la que supuestamente estamos enamorados, no es la imagen real de nosotros mismos, la que estamos ofreciendo en ese momento.


Cuando alguien nos gusta, intentamos atraerlo agradándole tanto visual como psicológicamente, interpretando un papel de alguien que no somos, luego una vez conseguido el objetivo, sea, una relación más o menos estable o más bien cuando ambas presas, han caído en las redes del contrario, es cuando nuestra verdadera personalidad casi asfixiada, por la que hemos adoptado, en nuestro intento de conseguir al otro, empieza a salir y es cuando surge el desencanto.

¿No hemos mantenido una conversación con nuestras amistades sin que los cónyuge o parejas estén presentes y hemos oído a alguien decir:
- Realmente como "yo soy", es cuando estoy con mis amigos-as, con mi pareja no me atrevería a hacer o decir tal cosa…?

Seguro que hemos compartido su opinión, ¿a quién queremos engañar? ¿Por qué no ser de 1ª hora como somos en verdad, sin representar papeles y que nos acepten o no tal y como somos?

Quizás habrían menos separaciones, aunque el tema es complejo y desde muy pequeños, se aprende a guardar las apariencias, a mentir y ocultar nuestro verdadero yo; nos enseñan como agradar a los demás, empezando por nuestro padres, profesores…siendo precisamente estos los que nos enseñan a hacerlo, porque cuando se nace el alma es pura y se muestra tal cuál es.

¿Por qué nos avergonzamos de nuestro propio yo? ¿Tan baja autoestima tenemos que valoramos más a un extraño que a nosotros mismos?
¿Qué tememos del comportamiento de nuestra pareja? ¿Por qué sentirnos indignos si somos tan valiosos como cualquier otro ser humano?

Hay que aprender a quererse a sí mismo tal como se es y aprender a querer y aceptar a los demás como son.

Intentamos cambiar a los demás, cuando ya nos es imposible seguir siendo quién no somos. Y esto acaba deteriorando la relación, convirtiéndola en un campo minado del que es difícil salir sin ayuda y voluntad por ambas partes.

Al final de la relación llegué a la siguiente conclusión: "Hay que ser uno mismo , cuando te intenten convencer sutilmente, de que debes cambiar por que eres un diamante en bruto, no lo creas, todos somos un diamante tallado, sólo hay que esperar que llegue alguien, que sepa ver dentro de nosotros ese diamante, a través de los rayos del amor".

jueves, 10 de abril de 2008

"El Olivo"


Ayer, cuando estaba en el pequeño campo que tienen mis padres, me dije: - Vamos a ver como anda la floración de los olivos... (Soy alérgica al polen de estos árboles, de ahí el interés en verlo).

No son muchos los olivos plantados, serán unos 5 ó 6 y da la casualidad que están en hilera. Hay en los extremos de esta, dos olivos centenarios y en el centro, otros plantados hace unos años.

Empecé viendo las flores del más lejano a la verja de entrada, terminando en el más cercano a esta.

La tierra estaba removida y seca, a cada paso que daba, esta crujía y mis pies se hundían dejando mi huella.

Puse mis manos en su piel... esa corteza dura y cuarteada, miré hacia arriba y vi como entre sus ramas el sol se filtraba, observé que en su tronco, vivían otras criaturas: caracoles minúsculos y grandes, arañas... incluso tenia parásitos que lo enfermaban, era un microcosmos como en el mundo en que vivimos pero todo se limitaba al árbol. Recorriendo con mi vista su piel resquebrajada, llegué a un recodo que me dejaba ver a través de él, sin dejar de tocarlo, fui girando hacia el lado contrario y allí me percaté de que su interior estaba hueco, era como si su alma... se encontrara vacía.Dentro, había caído un trozo de madera, hojas y otros elementos, me transmitió soledad, poco interés por la vida; su interior estaba vacío y triste. Toque sus pies que se hundían en la tierra, formando esas raíces que vivían en ese mundo subterráneo que yo no podía ver. En un costado de su tronco, un orificio dejaba ver una madera suave y lisa, era el hueco exacto para mi mano, introduje esta en él y lo sentí, era como la piel que tuvo en otra época, cuando era más joven, aún vivía en él esa parte, que aunque oculta por la experiencia de los tiempos, seguía latente en su interior. En sus pies otras plantas crecían como acompañándolo, dándole cariño y a la vez, buscando su protección al ser más grande y fuerte. No estaba solo, los pequeños seres que vivían en el y cerca de el formaban una simbiosis especial, un intercambio que sólo ellos pueden entender y experimentar.
El siguiente árbol, era joven, tenía una piel tersa, pero empezaba a cuartearse.

El tercer olivo... era de la misma edad que el anterior, también su corteza era muy suave y no estaba cuarteada, se veía flexible y no tan duro y recto como el primero, como todos los seres vivos en su juventud, era flexible y abierto a la vida, sin tener la experiencia y la sabiduría que proporcionan los años, estaba dispuesto a vibrar con el viento, se podía doblar y su piel tanto como su alma no estaba curtida por los avatares de los años. Al tocarlo, puede sentir como la savia, se impulsaba por su interior...
Fui así viéndolos, hasta llegar al 2º y último árbol centenario, se parecía al 1º, pero su tronco... no estaba hueco, miré sus ramas y observé que excepto dos ramas fuertes y con la misma piel que el tronco, el resto de ramas eran jóvenes, como si siendo tan viejo como el 1º, su alma se elevara hacía el cielo con la misma fuerza y alegría de la juventud, con esa flexibilidad de los primeros años, pero con la experiencia de los cientos de años vividos.

Regresé al 1º y pude observar, que la mayoría de sus ramas eran secas y duras, como un ser en su senectud, al que se le acaba por momentos la alegría de vivir.

Volví al más alejado de la verja y lo sentí, lo rodeé con mis brazos, apoye mi cuerpo y mi rostro sobre él, aunque aspero y un poco punzante, lo abracé con ternura y así permanecí un tiempo, un regalo mutuo de la naturaleza, dos seres distintos... "yo lo abrazaba, él se dejaba abrazar, pero al permitirme hacerlo, dándome algo muy importante...su energía".

¡Ah! De las flores que mi vista pudo alcanzar, todas estaban cerradas, excepto una, la primavera está comenzando para el olivo y para los alérgicos también.