miércoles, 16 de abril de 2008

"El Diamante"



Recientemente, salí con una persona y al principio de la relación que fue más que breve, fugaz, escribí lo siguiente después de nuestra primera cita:

Normalmente nos autoengañamos, al intentar agradar a la persona de la que supuestamente estamos enamorados, no es la imagen real de nosotros mismos, la que estamos ofreciendo en ese momento.


Cuando alguien nos gusta, intentamos atraerlo agradándole tanto visual como psicológicamente, interpretando un papel de alguien que no somos, luego una vez conseguido el objetivo, sea, una relación más o menos estable o más bien cuando ambas presas, han caído en las redes del contrario, es cuando nuestra verdadera personalidad casi asfixiada, por la que hemos adoptado, en nuestro intento de conseguir al otro, empieza a salir y es cuando surge el desencanto.

¿No hemos mantenido una conversación con nuestras amistades sin que los cónyuge o parejas estén presentes y hemos oído a alguien decir:
- Realmente como "yo soy", es cuando estoy con mis amigos-as, con mi pareja no me atrevería a hacer o decir tal cosa…?

Seguro que hemos compartido su opinión, ¿a quién queremos engañar? ¿Por qué no ser de 1ª hora como somos en verdad, sin representar papeles y que nos acepten o no tal y como somos?

Quizás habrían menos separaciones, aunque el tema es complejo y desde muy pequeños, se aprende a guardar las apariencias, a mentir y ocultar nuestro verdadero yo; nos enseñan como agradar a los demás, empezando por nuestro padres, profesores…siendo precisamente estos los que nos enseñan a hacerlo, porque cuando se nace el alma es pura y se muestra tal cuál es.

¿Por qué nos avergonzamos de nuestro propio yo? ¿Tan baja autoestima tenemos que valoramos más a un extraño que a nosotros mismos?
¿Qué tememos del comportamiento de nuestra pareja? ¿Por qué sentirnos indignos si somos tan valiosos como cualquier otro ser humano?

Hay que aprender a quererse a sí mismo tal como se es y aprender a querer y aceptar a los demás como son.

Intentamos cambiar a los demás, cuando ya nos es imposible seguir siendo quién no somos. Y esto acaba deteriorando la relación, convirtiéndola en un campo minado del que es difícil salir sin ayuda y voluntad por ambas partes.

Al final de la relación llegué a la siguiente conclusión: "Hay que ser uno mismo , cuando te intenten convencer sutilmente, de que debes cambiar por que eres un diamante en bruto, no lo creas, todos somos un diamante tallado, sólo hay que esperar que llegue alguien, que sepa ver dentro de nosotros ese diamante, a través de los rayos del amor".

No hay comentarios: