miércoles, 25 de junio de 2008

'El camino hacia uno mismo'


Siempre he pensado que la vida es como un camino…en el cuál nos vamos encontrando con personas, unas veces el encuentro es solamente el cruzarse fortuitamente, otras nos acompañan durante un pequeño trayecto y existen seres que durante unos periodos más o menos largos e incluso durante toda nuestra vida vienen con nosotros, aunque hace poco descubrí que sólo un ser nos acompaña durante toda nuestra existencia, sin separarse jamás de nosotros, año tras año, día tras día, minuto a minuto, desde el principio hasta el final y ese ser somos nosotros mismos.

En una ocasión, alguien me dijo:

-Existe en ti la mujer trabajadora, la mujer mamá, la mujer que estudia, la mujer que se dedica a su casa, a la familia, a los amigos… pero, ¿y la mujer que se dedica tiempo a ella misma? (esta pregunta también se puede plantear desde el termino masculino ¿no cree?)

No me hizo falta reflexionar mucho, a esa mujer no le dedicaba ni un nano segundo ¿Por qué?

A esta respuesta si que había que dedicarle su tiempo, pero en ese momento, la persona que me sumergió en la búsqueda de esa mujer, no me orientó como debía o simplemente, lo que hizo fue darme el empujoncito suficiente, para que la maquinaria empezara a funcionar, eso tendría que averiguarlo por mi misma con el paso del tiempo. Ella sólo se limitó a invitarme a pasar a la vida, a que me apuntase a hacer actividades que me agradaran y que me hicieran formar parte de un grupo con quien volver a relacionarme, y eso hice, aunque para ello hiciera falta otro ser, que me hizo sentir la necesidad de empezar a ser yo misma, un ser que aunque me enamoré de él, la vida o las circunstancias hicieron que no fuese correspondida de la misma manera y que nuestros caminos se separaran, aunque en mi mochila guarde muchas cosas que encontré estando a su lado y que han sido en parte las que me han hecho llegar a replantearme, cuestionarme y sobre todo, empezar a buscar a esa mujer que en algún recodo del camino, se quedo atrás… ahora es tiempo de salir a buscarla, de encontrarla y abrazarla de nuevo para que ocurra lo que ocurra, no se separe de mi.

No sólo somos una cosa en la vida, somos polivalentes en muchos aspectos, aunque no nos percatamos de ello por estar demasiado habituados y “ocupados” ; en esta sociedad, en la que todo gira tan deprisa, para lo mas esencial no dedicamos nada de tiempo, por que siempre consideramos que hay algo más importante que hacer y sin darnos cuenta, empiezan a surgir carencias que van haciendo mella silenciosamente, puede que algún día la veamos o puede que arrastrados por la vorágine de la sociedad, lo sigamos ignorando hasta que nos vayamos de esta vida, pero estoy segura que más de uno de ustedes al igual que yo, en algún momento de su existencia, ha tenido la necesidad de estar a solas , se ha replanteado si en realidad le gusta lo que hace, que ha sido de su pasado, que quiere para su futuro, seguramente se ha preguntado quien es y a dónde va… sintiendo la necesidad de hacer un parón, meditar, ponerlo todo claro para continuar caminando, sacar de la mochila que lleva en el viaje de la vida, lo innecesario, aligerarla de peso y dejar lo verdaderamente útil en ella, para seguir con el camino que quede por recorrer, dejando la bolsa tan liviana que nos permita disfrutar de todo lo que nos rodea, sin olvidarnos de lo más importante, nosotros mismos.

miércoles, 18 de junio de 2008

Cuando una puerta se abre...


Todos conocemos ese dicho: Cuando una puerta se cierra, cientos se abren…pero, ¿cómo funciona?

Cuando todo parece ir mal y se cierran todas las puertas, sumiéndonos en la más profunda oscuridad, hay que esperar a que nuestros ojos, se aclimaten a la nueva situación, después de estar deslumbrados, la ausencia de luz requiere un proceso de adaptación, una vez la vista lo ha hecho, empezamos a percibir un tenue halo de luz, como en una cámara oscura, las imágenes se proyectan al revés, no dejandonos ver la realidad tal cual es. Entonces… la curiosidad puede hacer que nos acerquemos a la rendija a través de la cual pasa la luz y atisbemos por ella, viendo de manera limitada, que los objetos que se perciben del revés, ahora se ven tal cual son. Pero… si hay una rendija puede haber una ventana ¿por qué no abrirla? Al abrir esta ventana, la luz comienza a entrar en la habitación a raudales y nos deja ver lo que hay en su interior. Al haber estado a oscuras, la habitación, puede estar desordenada, con mucho polvo en todas e partes e incluso con telarañas. Empezamos a ordenar y a limpiar, una vez lista la casa, volvemos a pensar en lo que había fuera, nos asomamos y redescubrimos el mundo exterior, allí asomados vemos como pasa y se desarrolla la vida, y de repente, nos percatamos que lo que era una ventana no es tal ventana, sino una puerta, ¿Qué hacemos? ¿la abrimos? Si la abrimos y salimos, se nos puede cerrar y el confort que tenemos lo podemos perder, así, podemos permanecer un tiempo o toda la vida.

Nos aventuramos… la abrimos… y pensamos en la oportunidad de atravesarla para sumergirnos en el mundo exterior, damos un primer paso, otro y otro más y vemos que lo que nos rodea es un mundo de sensaciones y experiencias de vida… comenzando a disfrutar de ellas.

Descubrimos, en ese mundo que no estamos sol@s, que existen otros seres que son semejantes y empezamos a compartir experiencias, aprendemos a relacionarnos de nuevo, y llega un día que alguien nos invita a entrar en su mundo, a atravesar esa puerta... que también había atravesado ese ser, como nosotros hicimos en su momento.Entonces... decidimos hacer lo mismo e invitamos a pasar a través del umbral de la nuestra.

La vida continúa, puede que las puertas se vuelva a cerrar, pero la experiencia hará que sea por poco tiempo, el que los ojos tarden en adaptarse a la penumbra, para decididamente acercarse a la rendija, abrir la puerta y salir de nuevo al exterior, comenzando de nuevo a vivir, cuando una puerta se abre...

miércoles, 11 de junio de 2008

'El Arco iris, tobogán de los Ángeles'



- Mami, ¿qué es el arco iris?

- Es el tobogán por el que los ángeles bajan del cielo para ayudar a las personas.

- ¿Un tobogán de colores?
- Si de 7 colores, aunque realmente sean de 6.

- ¿Cada color es un tobogán como los del parque acuático? Por que el arco iris sale cuando llueve, verdad... mama? Y tienen agua como los otros…

- Si hija mía, salen cuando llueve y luce el sol a la vez. Y dependiendo del color por el que bajen los ángeles, se dirigen a un lugar determinado, donde poder ayudar a las personas.

- ¿Si... mamá? – le dijo la niña con carita asombrada.

- Si, verás… Los colores son: rojo, naranja, amarillo, verde, azul (añil) y violeta. Unos bajan y van a los hospitales, visitan a los enfermos más necesitados y los ayudan a unos a recuperarse, a otros a seguir su camino hacia Dios, o simplemente, les hacen compañía.
Algunos bajan y van a los lugares dónde hay catástrofes, como puede ser una guerra, un terremoto, un ciclón… y ayudan a las personas que allí se encuentran.
Existen ángeles que iluminan el pensamiento de algunas personas, dándole el conocimiento para descubrir algo en beneficio de la humanidad.
Otros, nos acompañan cuidando que no nos pase nada malo.

- Si los ángeles tienen alas… ¿Por qué no bajan volando mami?

- Bajan en el tobogán del arco iris, porque, no todos tienen alas. Te los puedes encontrar en cualquier lugar, porque existen ángeles que se ven y otros que no.

- ¿Si…mama?

- Si mi niña, los que no se ven son nuestra conciencia, el pensamiento que nos dice, lo que esta bien y lo que está mal.

- ¿Y los ángeles que se ven mami? Yo no he visto ninguno...

- Mi vida, todos los días los vemos, un ángel, puede ser un bombero, un médico, un barrendero, el panadero, incluso tu amiga o amigo, porque en un momento determinado, todos estamos llamados a ayudar a alguien, en algún que otro momento de nuestras vidas.

miércoles, 4 de junio de 2008

'El regreso a Sevilla'


Tras un tiempo en el campo, regresó a la ciudad ¡Cuánto había cambiado! Y sin embargo... le gustó, tardando poco tiempo en formar parte de su ecosistema.

Llegó una tarde de primavera, la Sevilla que podía ver desde el cielo, no era ni mucho menos la que recordaba cuando se marcho con sus padres a vivir en la Serranía de Ronda y sin embargo… el encanto que emanaba de ella, aún se podía respirar en el aire.

Buscó un lugar dónde dormir aquella noche, encontrando una buhardilla, en cuyo techo existía una claraboya, a través de la cuál, se divisaban casi todas las estrellas del firmamento, confiriéndole al techo un espacio único y maravilloso en toda su magnitud.

Al día siguiente cuando despertó, salió con el objetivo de buscar un lugar confortable, dónde alojarse y tener su hogar.

Visitó muchos rincones de Sevilla: El Barrio de Sta. Cruz, La Plaza de San Andrés, Triana, La Macarena, Alameda de Hércules, Los Jardines de Murillo… recorrió el centro de la ciudad, todos los lugares que visitó tenían su encanto, pero no llegaba a encontrar lo que buscaba.

Decidió dar una vuelta por el Parque de María Luisa, la última vez, que anduvo este parque, jugó con sus hermanos al esconder entre los árboles, que felices momentos aquellos… De pronto, sintió como el calor primaveral le hacía sentir sed y fue a refrescarse un poco, en una de las fuentes del parque de las palomas, siempre le habían parecido curiosas esas dos fuentes idénticas, con forma de mujer que sostienen en sus rodillas esa especie de palangana, de la cual brota el agua… dónde tantos Sevillanos grandes y pequeños, generación tras generación, han apagado la sed en más de una ocasión.

Entonces se acercó ella, le pareció el ser más hermoso de la creación, empezó a revolotear alrededor suyo y el hizo tres cuartos de lo mismo revoloteando tras aquella lindeza, entonces... tímidamente se alejó de el. ¡No podía dejar que se fuera de aquella manera! la siguió y la vió allí en la Jacaranda, cuando el hizo intención de acercarse, ella voló rápidamente hacia un Ficus enorme, recio y fuerte.

¡El Ficus! Aquel era el lugar perfecto, por fin había encontrado lo que tanto había buscado, allí haría su nidito de amor y ella le ayudaría a crearlo, a compartirlo… siendo la señora de ... un ruiseñor.