miércoles, 14 de mayo de 2008

"Las Rosas Rosas"


Y vino a ella el aroma del rosal, tan tenue como la vida misma… tan frágil, como el velo tejido por una araña… tan sutil, que enarboló sus sentidos sin darse cuenta, llevándola a su niñez…

Al pie del limonero, allí, plantado junto a este, se encontraba el rosal de rosas color rosa…

Se acercaba al rosal con cuidadito de no pincharse, ni enganchar el vestido que aún olía a recién planchado… aproximándose a esas rosas rosas tan delicadas como un bebe, para introducir su naricilla y llenar sus sentidos con la esencia de su perfume…

Recordó como después de la siesta, su madre, tras bañar a su hermano y a ella, les daba de merendar y baldeaba el patio con el cubo de cinc.

Lo llenaba en la pileta, con una mano lo cogía del asa y con la otra esparcía el agua. Así… magicamente, al caer las gotas en el suelo, hacia que brotará ese olor inconfundible a tierra mojada, trayendo a las tardes de verano, los días de lluvia del invierno, refrescando el ambiente y engalanándolo con aromas diversos. Según donde iban cayendo estas gotas de agua, se percibía: la hierba buena, la cineraria, las rosas... los tomates plantados en las macetas, el apio, los claveles, las gitanillas, los geranios… esos aromas de nuestra tierra, que son un regalo maravilloso para los sentidos.

Le encantaba el momento en que se baldeaba el patio, pues los olores que se percibían eran un regalo que esperaba con impaciencia cada tarde, era como destapar el frasco de un perfume exquisito… al olor a tierra mojada, le seguía el despliegue de un arco iris de aromas y matices que las plantas y flores del patio de la casa iban dejando escapar como agradecimiento al agua recibida en esos cálidos días de verano.

Después de todo este despliegue de sensaciones, se acercaba nuevamente a oler esa delicada rosa rosa, era como un hasta mañana, antes de salir a jugar con las otras niñas y niños de la calle en que vivía.

Sin saber que un día lejano y cercano en el tiempo, las rosas rosas, la harían volar con la imaginación al patio de su niñez, al rosal que ya no esta allí plantado, pero que brota en su corazón, sin espinas y con un aroma sutilmente embriagador.

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