A la deriva
Su
voz se quebró por el llanto. La emoción era su pena. Un rayo surco el cielo y
tronando le grito a ella - ¡Tienes que seguir! ¡No pares! Bastante has pasado
como para mirar atrás. No vale la pena-. Continúo la tormenta y en su pecho desgarrada su alma,
gritaba con fuerza - ¡Sigue adelante! ¡Sigue! ¡No pares! ¡Que ya estamos cerca!
Miró
a lo lejos. Vio brillar una estrella. Intentando seguirla, a cada paso que daba
se disipaba la niebla. Sus ojos de sal enjugados, vieron que
la luz que la alumbraba era un faro de la costa Portuguesa. ¡Ay!
barquilla que desgarrada lucha a duras penas, temiendo naufragar y perder a los
hombres, que exhaustos dan la vida por ella. Y cuando todo se creía perdido,
cuando todo era vacío para ella, oyó una
voz desde otro barco, que venía a socorrerla.
2 comentarios:
Precioso y lleno de la sensibilidad que te caracteriza, Felicidades Manu.
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